Ismael Oliva, presencia sin ausencia

Mery Maya de Fierro

Ismael Oliva tiene una dimensión poética que es igual a la de su alma… Sus palabras fueron hechas para las almas y no para las cosas. Su verbo no es autobiografía… Es poesía… sentimiento… espíritu que fluyó por su sangre:
«Entendamos la poesía en la instancia espiritual e inmortal, y que en la palabra fuego veamos la llama, y cuando digamos árbol, oigamos los pájaros cantar», es lo que enseña el poeta argentino Pablo Rojas.
A los seres iluminados se los reconoce por su humildad, por su naturalidad, por su palabra y también por sus silencios. Ismael Oliva no fue un hombre de universidad, pero si fue un hombre que jamás hizo traición a su don natural y, en eso, tal vez valga la pena compararlo con Rubén Darío, en tanto que el poeta nicaragüense escribió en su autobiografía: «Yo nunca aprendí a hacer versos. Ello fue en mí, orgánico, natural, nacido».
Abuelo: ahora que he cumplido mi deseo de ver publicada tu recóndita obra, te imagino recitándole a Dios esos poemas olvidados y, con tu mano, encendiendo la primera estrella de la tarde.