Incitaciones

Samuel Centeno

Nos incita el agua con su clara mirada, como si millones de Nereidas en su alma cantaran. Nos incita el cielo como si no tuviera más nada que hacer, nos mira con sus grises ojos; pues no tiene otra forma de ver. Aunque a veces el sol incite nuestro andar en esos días plenos de rosas, perfumados de pan.
Incita la belleza de una dama con su forma carolina de andar, ella no camina, versifica a cada paso que da, como si el Dios de los cielos a amarla nos incitara, igual que aman los ríos las libélulas en raudo beso rosando su piel sin querer tocarla; parecieran tener temor de lastimarla.
Incitan las verdes miradas de las hojas cuando al pasar por algún camino nos sorprende el amor; verdecientes, impasibles siguen inmóviles tras nuestros sueños, las sentimos cerca cuando desde su corazón espinado, nos incitan con sus dedos perfumados y se nos meten por los alveolos olfativos hasta llenarnos de paz cada rincón del cuerpo, como si llenaran sin cansarse el enorme cuarto del mundo, donde todos los humanos convivimos en una gran hermandad.