
Nació en la ciudad de Roldanillo, Colombia, Suramerica.
Ha publicado dos libros de poesía, Amor, guerra y libertad, 1970; Para qué la Palabra, 1976.
Se ha desempeñado como profesor de Humanidades por más de veinte años en colegios de bachillerato.
Asimismo, docente de Literatura hispanoamericana, Psicología, Filosofía e Historia Universal en el Colegio Santa Ana de los Caballeros de Anserma, Gimnasio del Pacífico, Colegio Salesiano, Colegio Sagrado Corazón de Jesús y Julia Restrepo de Tuluá.
Vivió hasta 1979 en Colombia. Se residenció en Venezuela, donde lleva viviendo 38 años. Hace 36 años fundó la Empresa de Asesoría Empresarial Desarrollo Personal Crecimiento Empresarial -DPCECA- cuya misión es seleccionar personal, formar líderes y entregar gerentes eficientes a empresas a nivel internacional, Venezuela, Colombia, Panamá, Ecuador y Costa Rica.
Dirección electrónica: [email protected]
HÉCTOR MARINO CABRERA RAMÍREZ: EL SURREALISMO PARA DEFENDER LA VIDA
Lizardo Carvajal
Editor
Los editores tenemos un privilegio: Poder conocer las mejores conciencias de la humanidad, los poetas, los escritores. Ellos están ahí en las páginas sonoras de los libros.
Así fue, el 8 de febrero de este año, 2021, de pandemias y arrebatos de dictadores fúnebres, me llamó Héctor Marino Cabrera, dejo su nombre hasta ahí para formar una octava de verso natural. Con voz un poco cansada me dijo que quería publicar un libro de poemas.
Mi entusiasmo creció, como se ensancha cada que escucho la palabra poesía. Pronto tuve sus versos en mis manos.
Volvimos a conversar y le dije que había gozado sus poemas, pues son una defensa de la vida. Ellos denuncian a los criminales que poco a poco la acaban, justificando sus ganancias mezquinas.
Sonrío. Me dijo que era seguidor de Nicanor Parra. Me preguntó si lo conocía. Le dije que sí, que los Parra de Chile, y Nicanor, el mayor de la familia, nos había llegado con su poesía de la claridad.
Eso me sirvió para leer y editar a Héctor Marino, quien siempre me argüía alguna dolencia en los ojos. Así me recordaba más el surrealismo de Parra, el mayor de los fundadores de esa Peña famosa de canciones del Chile memorable. Nicanor escribió:
Los ojos rebosan de plumas cansadas
y yo voy dilatándome
cual la niebla olorosa se dilata en la sombra.
Los caminos se están diluyendo en los parques
y una acequia está quieta.
Yo no sé si es que parto o que llego
si es que hablo o que callo. (Ensueño, Nicanor Parra)
Así que pude leer, para editar y publicar a este poeta, transeúnte de ciudades y países. Porque así es. Sale de Roldanillo, en el norte de este valle de patíbulos y cadalsos y respira el aire de Caracas, Panamá, Quito, Guayaquil, Bogotá, Anserma y cuando le pregunto dónde vive me aclara que en Tulúa, pero que ahora está en Cali. Su vida, así la veo como una metáfora de ires y venires.
Por ahora, una vez terminada la primera prueba de su libro, me quedo con esta estrofa suya genial: La sombra desde que nacemos/viene con nosotros, nos acompaña/hasta convertirse en noche definitiva.
Santiago de Cali, 08 de abril de 2021