Mi nombre es Rogelio Cobo Ayala. Nací en Vijes, Valle, Colombia, el 17 de abril de 1943, en el hogar formado por una vijeña prieta y un noble analfabeto que, en su sencillez, solo supieron amar. De esos corazones humildes y de ese hogar sencillo, heredé mi albedrío, por lo que mi corazón, ansioso siempre, habla de amor.
Hoy voy ascendiendo en la cometa de mis sueños, aquella que comenzó a tomar color en mi infancia, mientras recorría mi querido Vijes, de la mano de mi madre, María Ayala Galarza, o de mi padre, Manuel Santos Cobo Sánchez. Este sueño que empezó entonces, hoy lo hago mío.
Recibí estudios hasta cuarto de primaria. A los 11 años, me convertí en compañero de mi padre, un noble labriego.
Junto a mis padres viví los momentos más placenteros de mi vida. Entre juegos de infancia —el trompo y la pelota de trapo— y las primeras enseñanzas en el cultivo de la tierra, aprendí a disfrutar la sencillez de la vida. Viviendo entre dos ríos, también me hice pescador. En mi juventud, al lado de mi padre, entendí que la vida nos es dada para el bien.
El tiempo pasó, y poco antes de 1969, en vísperas de la Navidad, durante la Nochebuena, la vi por primera vez. Quizá como un Don Juan, me deslumbró su presencia. Desde entonces comenzó mi sueño de amor. Gracias a Dios, su senda me condujo hacia la mujer que me hace un hombre completo, el complemento perfecto de este sueño.
Ese amor, devoto y abnegado, lo he plasmado en este libro, que es un homenaje a René Valderrama Prado, la inspiración de mi vida y mi mayor tesoro.
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